CARACAS — Desde el retiro el sábado por la mañana de las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia que le quitaban las funciones a la Asamblea Nacional hasta este momento, las reacciones y giros en Venezuela se han sucedido casi a la hora.

La negativa de la asamblea a reconocer las sentencias y los llamados a la calle por parte de la oposición estaban dentro de lo que se podía esperar.

Lo inesperado fue la declaración de la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, en el cargo desde 2007: “Es mi deber histórico e ineludible como fiscal y ciudadana decir que en las decisiones 155 y 156 hay varias violaciones del orden constitucional y el desconocimiento del modelo de Estado consagrado en nuestra constitución”, dijo el viernes en la mañana. Un varapalo dentro del poder del Estado y una muestra de algo que nunca se había visto de esta manera: una fisura en el chavismo.

Horas después el presidente Nicolás Maduro aparecía en un evento y decía que no esperaba la declaración de la fiscal, “como no esperaba las sentencias”. Maduro explicaba que las “discrepancias” eran algo normal entre los poderes y, para dirimirlas, convocó el Consejo de la Defensa de la Nación. El mismo viernes por la noche apareció de nuevo en televisión para iniciar el consejo y, ya pasada la medianoche, una tercera vez para anunciar las decisiones tomadas: petición de revisión de las sentencias al TSJ y llamado al diálogo.

Desde la oposición se calificó a las sentencias de golpe de Estado y se hizo un llamado a la calle hasta que el gobierno convoque a elecciones. Los manifestantes aún no llegaban a la calle el sábado cuando el TSJ anunció la revisión de las sentencias.

“Mucho hablar pero lo que queremos es soluciones ya”, gritaba una señora entre los asistentes a la reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional de Venezuela convocada esta mañana por la oposición en la plaza Brión de Chacaíto.

“No crean que cambiando una palabra de la sentencia cambia algo. Esto es solo una culminación de lo que se venía haciendo. No hay nada que anular porque igual es un golpe de Estado”, decía Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, el primero en intervenir en la asamblea en la calle. Animó a la gente a “no perder la energía y lograr el cambio” y una vez más, al igual que ha hecho en cada una de sus últimas intervenciones, interpeló a la Fuerza Armada Nacional, esta vez entre abucheos del público. “El pueblo no quiere una Fuerza Armada en contra, sino que sea de todos”.

Mientras esto pasaba, hablaba el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno. Explicó que las decisiones de la Sala Constitucional “no despojan al parlamento de sus funciones”, así como que “reconocen la inmunidad parlamentaria”. Leyó un comunicado donde se explica que se revisaron las sentencias a petición del Consejo de Defensa de la Nación y subrayó que la justicia “no demostrará pasividad ante los ataques de los factores internos y externos”.

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Izquierda: El presidente Nicolás Maduro con Maikel Moreno, el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, el viernes en el Palacio de Miraflores en Caracas CreditReuters

En la plaza, Lilian Bensayán asentía con cada palabra de Borges. “Ponga ahí que hay mucha gente”, dijo. Ella había ido porque cree que esta “es la mejor oportunidad para salir de un gobierno que ya se descubrió que es una dictadura”. Como abogada, dice que es ilegal la rectificación que dio esta mañana la Sala Constitucional, “esto lo hacen solo porque quieren aplacar los nervios. Hasta cuándo se va a seguir equivocando”.

Tomás Guanipa tomaba la palabra y atacaba al presidente Maduro. “¿Cómo va a solucionar los problemas si el problema es él? ¿Cómo hace para decirle al Tribunal Supremo de Justicia que rectifique? Nicolás Maduro, el mundo te reconoce como dictador”.

Subido a un muro, un muchacho con un megáfono gritaba “Calle, calle”. Calle sin retorno, repetía a su alrededor un grupo ataviado con la camiseta turquesa de Vente, la facción política de la dirigente opositora María Corina Machado. Pancartas de “No más dictadura”, otras de rechazo “al dictador”, “Fuera los magistrados del TSJ”. Aplausos o abucheos según dijeran en tarima, pero la tónica de “soluciones” y “ahora qué” seguía.

Nancy Sulbarán se daba la vuelta mientras agitaba el brazo en señal de disgusto. “Ya está bien, chico. El pueblo sabe cuál es el problema, pero los políticos no nos dan soluciones, todo es un pañito caliente y el dictador sigue avanzando”. Sulbarán es jubilada de la Asamblea Nacional, de las que pide esa “calle sin retorno” porque: “Hay gente que no puede esperar, se está muriendo porque no pueden hacerse diálisis, hay niños muriendo de cáncer en el hospital J. M. de los Ríos, no hay comida. El pueblo está decepcionado. ¿Qué más tenemos que esperar?”.

Parte de los congregados se dispersaban y otra manifestación, con diputados al frente, iba camino de la autopista Francisco Fajardo, la vía que cruza Caracas de este a oeste. El destino se veía truncado por un piquete de la Guardia Nacional Bolivariana a la altura de Plaza Venezuela, el punto imaginario que parte la ciudad en dos. Ahí empezó un guion que tantas veces se ha repetido: forcejeo de los manifestantes con la GNB para pasar el piquete, petición de los diputados a la protesta pacífica, más forcejeo, gases lacrimógenos e incluso ataques a algunos manifestantes que en un punto tuvieron que resguardarse en un centro comercial de la zona. Eso fue en un punto de la ciudad. En el resto, la gente estaba en una fila por el bloqueo de la autopista, o para comprar el pan u otro producto regulado.

Maduro aparecía de nuevo en televisión, esta vez rodeado de militares y con el ministro de Defensa Vladimir Padrino López a su lado en el bautismo de un buque escuela.

“Ayer enfrentamos una situación compleja. En pocas horas fue resuelta”, dijo.

FUENTE: https://www.nytimes.com/es/2017/04/01/el-chavismo-da-un-paso-atras-mientras-la-oposicion-exige-elecciones/?smid=fb-espanol&smtyp=cur

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