La competitividad entre las empresas es ardua. Con ellas crecen las demandas a los colaboradores, lo que implica todo tipo de presiones. Ahí está el caldo de cultivo del estrés laboral, trastorno psicosocial que afecta los individuos y repercute en la productividad de las empresas.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), México tiene un 75% de prevalencia de estrés en su fuerza laboral, lo que lo coloca en un primer peldaño por encima de las primeras economías del mundo, como China (73%) o Estados Unidos (59%).
Es necesario que en las empresas se tome conciencia acerca de este factor de riesgo psicosocial y sus consecuencias, pues de acuerdo con la OMS, en 2020 será la principal causa de baja laboral. La consultora AON agrega que este trastorno ocasiona pérdidas por 16 mil millones de pesos anuales en el sector productivo del país.
En la última década en nuestro país la ansiedad, el estrés y la depresión se han convertido en padecimientos comunes para los trabajadores de distintas ramas productivas. En el afán de adaptarse a los efectos de la globalización, las empresas han implementado malas prácticas y procesos organizacionales en los que es claro que se dejó de ver que el activo más importante de las empresas son sus colaboradores.
Esto obligó al gobierno mexicano, a través de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) a establecer pautas para identificar y tratar estas alteraciones con la NOM 035, que será obligatoria, en su cumplimiento, a partir de octubre de este año.
Aunque es cierto que el ser humano suele vivir cierto grado de estrés de manera común, como el nervio del actor antes de entrar a escena, o del deportista antes de que inicie su competencia, el problema está cuando la presión es constante, persistente y en aumento, y no ofrece espacios y momentos de relajación.
El estrés laboral se manifiesta sobre todo de dos formas: como adicción al trabajo (workaholic o trabajolismo) y el síndrome del quemado o de burnout.
La adicción al trabajo es frecuente entre colaboradores que muestran un compromiso desmedido a la organización; el padecimiento se incrementa con la tecnología. El workoholic suele desarrollar estrés, problemas familiares y personales, gastritis, colitis, problemas cardiovsculares e insomnio.
En el otro extremo está el Síndrome del quemado o burnout: el agotamiento físico, emocional y mental en el que las personas pierden interés por sus tareas, tienen una autoestima menoscabada y padecen profundas depresiones.
Algunas medidas para la atención del estrés según la OMS son: redefinición del trabajo mediante la modificación de exigencias laborales, asegurarse que los empleados obtengan los conocimientos y capacidades necesarias, aumento del control que ejerce el empleado sobre su trabajo, aumento de calidad y cantidad de apoyo que recibe el empleado, capacitación en gestión del estrés, ergonomía y diseño ambiental, perfeccionamiento de la gestión y perfeccionamiento institucional.
La puesta en marcha de la NOM 035 por parte de la STPS es, sin duda, una acción acertada. La prevención y control de los factores de riesgo psicosociales en las organizaciones es necesaria y el gran reto será vigilar el cumplimiento de esta norma.
La tarea no es fácil, ya que hablamos de un universo de casi 5 millones de empresas existentes en nuestro país. No es suficiente que solo las grandes organizaciones se apeguen a lo que dicta la norma, recordemos que más del 70 % de la fuerza productiva mexicana labora en la denominadas Pymes.
El estrés laboral pide una reflexión compartida entre dirigentes y colaboradores, que busque dinámicas y contrapesos a las demandas laborales. Se debe distinguir entre tener compromiso y alcanzar objetivos, y desarrollar un trastorno que vaya contra la salud física o mental.
FUENTE:
https://www.forbes.com.mx/estres-laboral-y-porque-es-normativo-atenderlo/